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La semana pasada me desperté con la noticia: “La influencer italiana Chiara Ferragni dispara a las empresas en Bolsa”. OMG!! (Oh My God para quienes no conocéis la expresión).

Chiara Ferragni, la creadora del Blog de moda “TheBlondeSalad”, una diosa del universo Instagram con sus casi 25 millones de seguidores, catalogada por Forbes como la mayor “influencer” de moda del mundo en 2017… Pues sí, esa diosa parece que convierte en oro todo lo que toca.

Ella de por sí ya es una marca y muy potente, pero es que además es CEO de sus dos compañías: TBS Crew (que gestiona la plataforma de moda de su blog) y Chiara Ferragni Collection (su tienda de moda) y desde hace un tiempo se está planteando “romper la pana” saliendo a Bolsa.

Bueno, pues estos días ha sido noticia porque se ha convertido en un talismán en Bolsa para todas aquellas empresas con las que hace colaboraciones: que colabora con una firma de gafas (Safilo), pues se dispara en Bolsa un 14%. Que la conocida marca de calzado TOD’s anuncia la entrada de Chiara en su junta directiva, pues sube un 9% en Bolsa… Y así suma y sigue.

Lo de esta chica no es de este mundo: a sus 34 años se calcula que gana entre 52.000 y 100.000 euros por cada post publicado en Instagram. ¡No me lo puedo ni siquiera imaginar! Con todo lo que yo escribo, a ese precio ya sería multimillonaria…

En fin, bajemos al planeta Tierra para analizar qué está pasando con la Ferragni. Como ya os he comentado, las marcas se la rifan. ¿El motivo? Su horda de seguidores. Imaginaros que tenéis una tienda de bolsos personalizados y de repente Chiara Ferragni se hace una foto con uno de esos bolsos porque le flipan. Pues sin comerlo ni beberlo tendríais a 25 millones de posibles clientes.

Así de sencillo: es el poder de la influencia en Redes Sociales el que ha hecho de esta señorita un fenómeno potentísimo por el que todo el mundo la quiere. Y ella, claro está, le pone precio.

Pero no perdamos de vista a las nuevas generaciones, porque vienen pisando fuerte… Addison Rae a sus veinte añitos, ya tiene casi 85 millones de seguidores en TikTok y 40 más en Instagram. Pensad en el poder que tiene siendo tan joven.

Todo esto está genial, pero… ¿Qué pasaría si la llama se fuese apagando? ¿Qué ocurrirá cuando su poder de influir en otras personas vaya decayendo? Siempre habrá alguien más joven, más innovador/a, más fresco/a.

Se trata de personas muy jóvenes que amasan imperios económicos incontrolables por ellas mismas. Yo os diré qué puede pasar:

Si han sido previsoras y han sabido gestionar bien su patrimonio a través de profesionales en la materia, probablemente no perderán el sueño por problemas de falta de dinero.

Pero… ¿Y si son incapaces de gestionarlo? En el mundo tanto de la moda como artístico en general, conocemos muchos casos de personas que mueren de éxito y el final de sus días lo pasan viviendo de recuerdos rodeados de miseria y olvido.

La expresión “Morir de éxito” existe por algo. Significa que en el momento en que las cosas van “como un tiro”, no se saben gestionar o no se asume la responsabilidad que ello conlleva y se cae en el más absoluto de los fracasos.

¿Se puede hacer algo para evitarlo? ¿O se pierde totalmente la perspectiva? Caer en esa espiral sería muy peligroso. Ante una situación que te desborda, lo mejor es:

  • Mantener la calma. El estrés, el miedo y la ansiedad te bloquean. Si consigues dominarlos, obtendrás la perspectiva necesaria para poder analizar la situación y tomar buenas decisiones.
  • Rodearte de profesionales. A veces las situaciones que se nos presentan, nos desbordan. Si eso ocurre, lo mejor es acudir a profesionales del mundo financiero que sepan cómo gestionar tu dinero. Tampoco está de más acudir a psicólogos, terapeutas, o profesionales del sector del autocuidado para que te ayuden a gestionar todas esas emociones que te superan.
  • Aprender a disfrutar del camino. De nada sirve una buena idea si no la trabajas constantemente, pero no debes permitir que el trabajo mate tus momentos de ocio. A nuestro cerebro le va de perlas que descansemos, riamos, lo pasemos bien.

El día que la muerte te mire, que vea en tus ojos a un disfrutón/a: ese será tu triunfo.

 

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Y saltó la noticia: quiebra el touroperador británico Thomas Cook. ¡Boom! El segundo mayor del mundo y el más antiguo de los touroperadores ha caído dejando a 600.000 turistas “desperdigados” en lugares diversos.

Esta quiebra afecta especialmente a destinos tan importantes para el sector turístico de nuestro país como Canarias o Baleares (Thomas Cook gestionaba más de 11.500 plazas de hotel y trajo a España 7,1 millones de turistas).

El día anterior a que la noticia se hiciera pública, el sector hotelero intentaba “in extremis” un plan de rescate que incluía ampliar los plazos de las deudas. Pero nada dio resultado: definitivamente Thomas Cook había entrado en quiebra.

Ahora son muchas las incógnitas que se ciernen en torno a ello: ¿Cómo una empresa de las dimensiones de Thomas Cook ha llegado a este punto?

La situación de la empresa no era buena, con pérdidas superiores a sus deudas. Además de esto, otros factores han contribuido a rematar la caída como la incertidumbre del Brexit, la depreciación de la libra y el auge de la contratación directa.

En los últimos años Thomas Cook fue testigo de su propio destronamiento por plataformas como Booking o Airbnb donde el cliente contrata directamente los servicios a través de internet.

De nuevo los cambios, la evolución… Nada que no hayamos vivido ya en otros sectores.

Recurriendo a los paralelismos musicales, la industria musical también ha sufrido una gran transformación en los últimos años.

Los 90 fueron el final de la “época dorada” de las discográficas. El final del soporte físico: desaparecieron CD’s y discos para dar paso al formato digital.

Los hábitos de consumo estaban cambiando. Apareció Napster, una web de descarga ilegal de música. Pero las discográficas le ganaron la batalla en 2002 llevándola a la quiebra.

Sin embargo, esa victoria resultó un tanto amarga ya que habían surgido muchos imitadores. El fenómeno era imparable. En 2003 Apple lanzó iTunes como alternativa a las descargas ilegales. El negocio funcionaba y pronto le salieron imitadores, hasta tal punto que hoy es normal comprar música en formato digital y por internet.

¿Quién no utiliza plataformas como Spootify para escuchar música, crear listas de canciones favoritas y compartirlas? Los usuarios consumen contenidos gratuitos y de pago y las empresas se financian con las cuotas de las suscripciones y los anuncios.

Todo ello paralelo con: tiendas virtuales (iTunes, Amazon Music), macro tiendas físicas que engloban música, videojuegos y electrónica con salas para conciertos como es el caso de FNAC.

El futuro está a la vuelta de la esquina y poco a poco veremos cómo convergen las grandes plataformas de streaming y las redes sociales. Podremos asistir a conciertos de nuestros grupos favoritos sin salir de casa a través de gafas de realidad virtual o aumentada. Gracias a los Big Data, disfrutaremos de servicios o experiencias personalizadas. Los artistas recurrirán a la inteligencia artificial para componer parte de su música.

De hecho ya estamos viendo como Amazon amenaza a Apple y Spootify haciendo que se tambaleen sus tronos en el universo streaming.

El sector turístico (igual que el musical), también está inmerso en múltiples cambios. Ha cambiado la forma de comprar los billetes: cada vez son menos los que acuden a agencias de viaje para hacerlo. Las plataformas como Booking o Airbnb le han dado la vuelta a la manera de contratar alojamiento cuando viajamos.

La inteligencia artificial y el machine learning a través de recomendaciones personalizadas lograrán que el turista viva esa experiencia única que busca.

Las redes sociales arden con comentarios y fotos de los lugares que hemos visitado.

El nuevo cliente busca que le faciliten la vida y en un entorno como el actual, lo encuentra mediante herramientas prácticas (en forma de Apps) que ofrezcan soluciones rápidas y sencillas a sus necesidades: poder controlar en todo momento su equipaje, disponer de vehículos autónomos a su llegada a destino, aplicaciones móviles donde concentrar toda la información del viaje…

En la época medieval, los reyes se destronaban a base de espadas. Ahora los reyes se destronan a golpe de tecnología. Vivimos en una época de cambio constante en la que debemos adaptarnos a las necesidades de nuestros clientes más que nunca.

No es momento de buscar culpables sino de aprender que cada revés de la vida supone una oportunidad de cambio que nos empuja a levantarnos y evolucionar.

Como canta la banda británica BMTH (Bring Me The Horizon) en su tema “Throne”: “Así que puedes lanzarme a los lobos. Mañana regresaré, líder de toda la manada. Dame una tremenda paliza. Cada herida me dará forma. Cada cicatriz va a construir mi trono”.

Y yo me pregunto… En este juego de tronos, ¿quién será el próximo rey?

 

 

 

 

 

 

 

 

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Bien pensado, una banda de rock y una empresa tienen muchos paralelismos: los fans, la motivación, tratar de innovar, crear algo. Pero de todos esos paralelismos hay uno en concreto que ha dejado muchas víctimas en el camino: la gestión de egos dentro del equipo.

La palabra “Ego” proviene del latín y se traduce como “Yo”. Para el mundo de la psicología, el ego es la manera en que psíquicamente una persona se reconoce como yo y es consciente de su propia identidad.

En lenguaje coloquial, hablamos del ego como un exceso de autoestima, de amor hacia uno/a mismo/a. Existen en nuestro idioma, palabras como ególatra o egoísta que hacen referencia a ello.

Como ya sabéis en una banda de rock, los componentes se unen en torno a algo que les entusiasma, y es su pasión por la música. Pero como decía mi abuela “Cada uno/a es de su padre y de su madre” (otra frase rescatada de la sabiduría popular). Y ahí es donde llega el problema…

¿Es posible que personas diferentes se pongan de acuerdo para hacer algo? Os diré que en un grupo de música o en una empresa, es no sólo posible, sino necesario. Pero ¿Qué ocurre cuando una o varias de esas personas tienen un elevado nivel de ego? Simplemente que la convivencia puede llegar a ser insoportable.

Entonces… ¿Cómo lo hacemos para manejar esa situación? A veces es difícil “controlarlo” y la presión termina por destruir el grupo.

Bandas como Oasis, Pink Floyd o los mismísimos Guns N’Roses, han acabado separándose “por culpa” de egos exacerbados.

Otros no se separan, pero se ven “obligados” a “convivir” con esos egos. Ya es célebre la frase del bajista y vocalista de Kiss (Gene Simmons), quien en una ocasión dijo algo así como: “¿Yo Dios? No, sólo soy su mano derecha”.

La persona portadora de un ego tan exacerbado, lo primero que debe hacer es aprender a bajar el volumen. Sólo desde un plano menos ególatra, podrá empezar a tener relaciones sanas con el resto del grupo.

Recordemos que una banda de rock no deja de ser un equipo, y éste nunca es una suma de egos. En una banda de rock, cada uno de sus integrantes tiene un rol concreto: alguien cantará porque tenga dotes para ello, otros tocarán algún instrumento…

Pero para que todo fluya de manera armoniosa, cada uno/a de los componentes del grupo debería tener libertad suficiente para aportar ideas tanto en la composición de las canciones como en la puesta en escena.

Sin embargo, hay grupos en los que un solo miembro de la banda asume el rol protagonista queriendo hacerlo todo él y privando a sus compañeros de dar su opinión.

Muchas veces, el ego oculta un miedo atroz a que alguien que no seas tú, consiga destacar en algo. Einstein decía que cuanto mayor era el conocimiento, menor era el ego y viceversa.

Sin embargo, un grupo de rock debería ser la suma de varios talentos. Se necesitan todos y cada uno de ellos para construir un equipo sólido que consiga sus objetivos (en este caso, llegar al público y vender sus discos).

A veces, si el ego es demasiado intenso, la única solución pasa por deshacerse del miembro “tóxico” para que el equipo pueda seguir avanzando. Eso sí, la persona que venga deberá “estar a la altura” del resto de sus compañeros.

Algunos consejos para gestionar egos dentro de un equipo:

  • En primer lugar es necesario que quien gestione el equipo conozca muy bien a cada persona.
  • Manejar objetivos claros desde el principio, siempre fomentando la cultura del respeto.
  • Recordar que todos vais en el mismo barco.
  • Plantear retos. Para mantener ocupado al equipo hay que plantearles retos y desafíos que vayan en proporción al nivel de talento y cualidades de cada persona. Así se consigue “compromiso”.
  • Aprender a resolver conflictos. Los conflictos deben resolverse de manera rápida y diplomática para que no se conviertan en un problema.
  • Haz valer tu liderazgo. No todo el mundo tiene capacidad para ser líder. Pero ¡ojo! Un buen líder tiene que ser capaz (entre otras cosas) de reconocer el trabajo bien hecho y compartir los logros.
  • Mantener una comunicación constante entre todos los miembros del equipo.
  • Enfócate en satisfacer a tus clientes-fans haciendo lo que te apasiona. Sólo desde ahí conseguirás llegar a ellos.

Como decía el gran Marlon Brando: “Un actor es una persona que no te escucha a menos que estés hablando de él”. Y es que a todos nos gusta sentirnos protagonistas, pero ceder el protagonismo a otra persona no resulta fácil, ¿verdad?

Prometo volver en breve con un nuevo post, pero hasta entonces… Por favor, sed felices.

 

 

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Seguro que alguna vez en vuestra vida habéis ido a un concierto y disfrutado de la experiencia. Pero… ¿Os habéis preguntado qué hay detrás de esa hora/ hora y media de show?. Ya os lo puedo adelantar: detrás de todo ese espectáculo hay trabajo en equipo.

Mis casi doce años sobre los escenarios me han enseñado, entre otras cosas, que sin un buen trabajo en equipo, nada sale como uno/a quisiera.

Empecemos de cero. La mayoría de las bandas surgen entre chavales jóvenes. Se juntan unos colegas con la música como afición en común y deciden ver qué pasa.

Esa primera intención puede caer en el olvido más absoluto, pasar a ser una banda más, o triunfar. Pocas de ellas triunfan. No os podéis ni imaginar la cantidad de grupos que hay por ahí tocando sabiendo que jamás rozarán la gloria. Ese es un privilegio al alcance de unos pocos.

¿Qué diferencia hay entre una banda común o un grupo famoso?. La verdad es que nadie posee “la fórmula secreta”. A veces el factor “suerte” también cuenta. Eso de “estar en el sitio adecuado en el momento adecuado” no le sucede a todo el mundo.

Uno de los elementos que influyen en que un grupo pase de mediocre a bueno son las personas que lo componen.

Si quieres tener un buen grupo de música, necesitas rodearte de los mejores. Las grandes bandas de rock están formadas por grandes músicos con un objetivo común: hacer buena música y vivir de ella.

Trasladado al entorno empresarial, un equipo es un grupo de personas diferentes que se comprometen a trabajar juntos para alcanzar unas metas comunes.

Aquí es importante destacar dos palabras: “compromiso” y “cohesión”. Para que el grupo alcance su meta necesita comprometerse y para que funcione, debe hacerlo como un todo.

Pongámonos en la piel de esos chavales que se juntan para tocar un par de temas. Cada uno de ellos proviene de una familia distinta, probablemente incluso de ambientes completamente diferentes. ¿Qué les une?. La pasión por la música y las ganas de trabajar para conseguir algunos bolos.

Con trabajo, compromiso y cohesión, podrán conseguirlo.

Pero no nos engañemos. Formar una banda sólida no es tarea fácil, y al igual que sucede en una empresa, implica  cumplir con una serie de pautas:

1.- En primer lugar: identificar y asignar las funciones que se consideren necesarias para alcanzar el éxito como equipo.

  • Define tu proyecto. ¿Qué tipo de música vais a tocar: ¿rock, pop, electrónico?. Trasladado al entorno empresarial sería contestar a la pregunta, ¿a qué se va a dedicar el equipo?.
  • Cada miembro del equipo debe tener una función predefinida y una responsabilidad para el éxito del proyecto. ¿Quiénes son los miembros de la banda?. ¿Qué papel tiene cada uno de ellos?. ¿Guitarrista, bajista, batería y voz?. ¿Hay teclista?. ¿Una o dos guitarras?…

 

2.- En segundo lugar, es necesario determinar el tamaño del equipo.

  • ¿Cuántos vais a ser en la banda? ¿Cuatro, cinco, más?. Además necesitarás a lo mejor, un técnico de sonido, alguien que se encargue del merchandising, un mánager, etc.

 

3.- En tercer lugar: seleccionar a las personas adecuadas para el equipo.

  • Visualiza qué tipo de personas quieres que formen tu equipo/ tu banda. ¿Con quién te gustaría trabajar?. ¿Qué perfil deben tener?.

 

4.- En cuarto lugar, recalcar la necesidad de liderazgo. El papel del líder tiene que estar bien definido. Él será quien marque las pautas a seguir por el equipo con la finalidad de conseguir un objetivo común. Una de las características que considero fundamentales en un líder es el carisma: ¡Imaginaos a Queen sin Freddie Mercury al frente!.

 

5.- Cuidado con el ego. Las personas somos seres sociales por naturaleza, y las relaciones de grupo satisfacen esa necesidad. Pero… ¡mucho ojo!. Cuando se está en proceso de creación (por ejemplo componiendo un tema para la banda), pueden surgir conflictos de egos.

Los miembros del equipo deben ser capaces de ceder parte de su ego en aras de la creatividad. Las aportaciones que realice cada uno de los miembros de la banda en ese caso, sería algo que enriquecería al grupo en su conjunto.

 

6.- Aprender a disfrutar con lo que hagas. Sólo si disfrutas, serás capaz de transmitir pasión. ¿Qué buscamos cuando vamos a un concierto?. Pasarlo bien, entregarte, dejarte llevar y salir con ganas de más. Si una empresa es capaz de transmitir ese mensaje, tiene mucho que ganar.

Esta semana acabaré con una frase de la mítica banda de rock londinense Status Quo: “¡Aquí estamos!. ¡Aquí vamos!. Todos a bordo y pisando la carretera. ¡Allá vamos!. A rockanrolear por todo el mundo.”

Porque esto, como todo en la vida, es cuestión de “ACTITUD”.

Volveré en breve con un nuevo post, pero hasta entonces no olvidéis ser felices.

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Los Rolling Stones llevan más de 50 años triunfando sobre los escenarios. Eso es algo muy complicado en una banda de rock, pero ellos han demostrado que pese a sus diferencias, han conseguido mantenerse unidos y lograr un objetivo común: el éxito.

Lo que no sé si sabéis es que además de ser el líder de la banda, Mick Jagger también ha demostrado ser avispado en eso de los negocios.

Hoy en día nadie duda del valor que como marca, tienen los Rolling. Sin embargo, rentabilizar el dinero que generaba el grupo no era tarea fácil.

El nombre «Rolling Stones» engloba toda una arquitectura financiera: existen diversas fuentes de ingresos así como distintos modelos de negocio.  Todo ello unido al ya de por sí complicado y enrevesado mundo de la industria musical y del espectáculo en general, hizo necesaria la figura de alguien que «hiciera magia» con los negocios.

Ese mago apareció en la vida de los Rolling allá por el año 1968. Se trataba del príncipe Rupert Loewenstein,-nacido el 24 de agosto de 1933 en Mallorca-, banquero y gerente financiero de la banda, a quienes sus «satánicas majestades» apodaron como «Rupie the Grupie».

El príncipe Loewenstein revolucionó las finanzas de la banda (quienes no comprendían cómo su éxito no se traducía en dinero), al plantearlas como si el grupo fuera una empresa con cuatro áreas de negocio diferenciadas:

  • Giras.
  • Publicidad.
  • Discos.
  • Derechos de imagen y «merchandising».

Como era de esperar, el príncipe no les pasaba ni una, y decidió dirigir con mano de hierro las finanzas de las giras para que resultaran rentables. Se mantuvo al frente de los números durante 40 años.

La cosa no fue fácil para Loewenstein que tuvo que combinar su faceta de banquero con la de psiquiatra y niñera, reduciendo incluso el séquito de «amigotes» que acompañaban a los Rolling en sus giras.

Keith Richards llegó a decir de Loewwnstein: «Interpreta las finanzas como yo toco la guitarra».

A principios de los 90, se unió al equipo el productor Michael Cohl (Canadá 1948) que introdujo otra gran revolución: eliminó a los productores de sus negociaciones.

Para los que no lo sepáis, os diré que un promotor musical es la figura que se encarga básicamente de publicitar los conciertos para que lleguen a buen puerto (trata con los managers de las bandas, elige y reserva salas, promociona el show, etc).

Pues bien, Michael Cohl decidió que en vez de negociar cada concierto con un promotor distinto, propondría una especie de «tarifa plana«: un pago único por gira. Se contrataba la gira al completo por un precio cerrado (por ejemplo 30 millones de dólares por treinta conciertos). Eso les permitió negociar directamente con los locales sin necesitar un promotor al que pagar para que hiciera el trabajo.

Además Cohl también amplió los ingresos de la banda con ideas como la venta de localidades junto al escenario (las zonas VIP), incrementó los contratos con televisión, patrocinio corporativo y un «merchandising» más diversificado… ¿Cuántos artículos podéis ver en tiendas con la famosa lengua de los Rolling?.

Sólo os daré un dato: la gira «A Bigger Band» del 2005, generó 550 millones de dólares. Una cifra que demuestra cómo una banda de rock, puede convertirse también en una gran empresa.

El estilo de vida del príncipe Rupert Loewenstein tenía poco que ver con el mundo del rock, lo que al final terminó pesando en la balanza y en 2007 los Stones decidieron prescindir de sus servicios.

Loewenstein murió con 80 años el 20 de mayo de 2014 en Londres, víctima del Parkinson. Probablemente olvidó sus «años rockeros», pero en la memoria de todos quedará la historia de que una vez hubo un príncipe en la corte satánica.

**»Please allow me introduce myself

I´m a man of wealth and taste

I’ve been around for a long, long year

Stole many man´s soul and faith…»

 

** («Por favor permíteme que me presente, soy un hombre de dinero y buen gusto, he estado aquí durante un largo, largo año, he robado el alma y la fe de muchos hombres…»).

 

 

 

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Vivimos rodeados de “infoxicación” y el liderazgo no iba a ser una excepción.

Tenemos definiciones de liderazgo. Entre ellas la que lo define como “conjunto de habilidades directivas que un individuo tiene para influir en la forma de ser de las personas o en un grupo de personas determinado, haciendo que este equipo trabaje con entusiasmo, en el logro de metas y objetivos”.

También contamos con las características que se le presuponen a un líder del siglo XXI, entre las que se encuentran la capacidad de comunicación y ser motivador/a.

Además está el tema de las clasificaciones. Una de las clasificaciones de líder es la que ofrece Max Weber. Según él, existen tres tipos puros de liderazgo:

  • Líder carismático. Tiene la capacidad de generar entusiasmo.
  • Líder tradicional. Es líder porque ha heredado el poder.
  • Líder legítimo. Adquiere el poder mediante procedimientos autorizados en las normas legales.

Y podría seguir hasta el infinito: teorías y definiciones sobre lo que es o debe ser el liderazgo, se multiplican por doquier.

Los humanos somos así: necesitamos “encorsetar” conceptos y generalizarlos porque así todo es mucho más fácil. Lo que se salga de estos “estereotipos”, nos descoloca.

Como sabéis, una de mis facetas es la de ser cantante en el grupo de rock industrial Psideralica (www.psideralica.com). Bien, pues en el mundo del rock por supuesto que existen líderes.

¿Qué sería de Metallica sin la inconfundible voz de James Hetfiel?. ¿Y de Queen sin Freddy Mercury?. ¿O de los Rolling sin el descaro de Mick Jagger?. Todos ellos han sido y son líderes indiscutibles de sus bandas: aportan ese carisma tan necesario dentro del escenario y además han sabido contagiar su energía a millones de fans en todo el mundo.

Pero… ¿os habéis dado cuenta de una cosa?. Todos los ejemplos que he mencionado hacen referencia a cantantes. No obstante existen líderes de bandas que no son necesariamente vocalistas.

En los grupos de rock hay una especie de jerarquía (como en las empresas). En la primera posición suele estar el/la cantante, seguido del guitarrita, el/la batería y el/la bajista. Hay poca gente que cuando va a un concierto se fije en el bajo. De hecho muchos confunden guitarra y bajo, cuando ni en número de cuerdas ni en sonido tienen nada que ver.

Sin embargo para un cantante, el bajo es un aliado brutal porque acompaña constantemente a la voz.

Pero como en todo, existen excepciones y hay bajistas que han tenido mucho más protagonismo que el resto de la banda. ¿Por qué?. Pues simple y llanamente porque han sido líderes natos.

Uno de esos ejemplos es Lemmy bajista y cantante de la banda Motörhead, fallecido el 28 de diciembre de 2015.

Lemmy empezó a tocar el bajo por casualidad, sin embargo destacaba su inusual forma de tocar este instrumento. En lugar de puntear, rasgaba las cuerdas de su bajo como si fuera una guitarra y distorsionaba su sonido.

No era agraciado físicamente, ni cantaba especialmente bien, pero su desgarrada voz de “borracho de bar” inundaba estadios.

Su metro setenta y ocho vestido de negro riguroso, su sombrero de cowboy y su bigote de motero, eran la viva representación de alguien que vivía al límite.

Por encima de todo, Lemmy era un líder, con unas características que lo hacían destacar sin duda del resto de su banda:

  • Carismático. Todo en él era único: hasta la posición de su micro cuando cantaba. Y ese carisma hace que su legión de fieles seguidores continúe incrementándose.
  • Le entusiasmaba lo que hacía: era rock & roll 365 días al año.
  • Creativo. Tiene una extensísima discografía.
  • Creía en el potencial de las bandas emergentes. Apoyaba a las nuevas bandas con quien a veces colaboraba en el escenario. Detectaba el talento.

Lemmy no era un simple bajista, se convirtió en cantante y líder de una banda que ha vendido miles de discos. Cuando salía al escenario lo llenaba todo con su sola presencia, y el público totalmente entregado, coreaba sus canciones hasta quedar afónico.

Como buena estrella del rock, su ego era infinito y eso muchas veces lo hacía intransigente. Sin embargo, basta ver alguno de sus conciertos para comprobar la huella que ha dejado en la escena musical.

Voy a cerrar este post con una frase pronunciada por Lemmy que podría convertirse en un “tantra” para muchos de nosotros: “La forma más sencilla de sobrevivir es no rendirse”.

¡Esa es la actitud!.

Pronto volveréis a tener noticias mías, pero hasta entonces no olvidéis ser felices.