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Ya lo decía San Pablo en su Carta a los Corintios: «Si no tengo amor, no soy nada«. Y es que el amor es algo fundamental en nuestras vidas. Qué difícil resulta que la gente te ame, ¿verdad?. Pero una vez conseguido, ese alguien que siente amor por ti, será capaz de seguirte hasta el fin del mundo.

Para conseguir este objetivo, es necesario diseñar una estrategia previa, saber qué decir con el único objetivo de que caigan rendidos a nuestros pies. Comunicar no es sólo lo que se ve o se escucha, sino lo que sienten los demás cuando nos ven o nos escuchan. Si quieres que “te compren”, debes:

  • Provocar emociones.
  • Contar una historia.
  • Buscar la simplicidad.

Estas tres son las claves fundamentales para vender a través del neuromarketing.

El neuromarketing no es más que la aplicación práctica de la ciencia a la publicidad y el marketing, incidiendo fundamentalmente en el estudio de nuestro comportamiento ante una marca o un proceso de compra.

Responde a preguntas como por qué alguien decide comprarte a ti y no a otro/a. Y aquí no vale contestar: “Porque soy el/la mejor”. Se trata de una cuestión de actitud. Tienen que verte como alguien diferente, auténtico y sobre todo, que les hace sentir.

¿Conocéis el “Lovemark”?. El término apareció por primera vez en el 2004 como título del libro de Kevin Roberts (CEO de Saatchi & Saatchi Worldwide) y se traduce como “Aquella marca que amamos”.

Es un concepto simple: amamos ciertas marcas porque tienen algo que las hace especiales. Son marcas irresistibles de las que nos volvemos fieles seguidores.

El “Lovemark” se aplica constantemente en el mundo del rock. Te vuelves fan incondicional de un grupo, cuando te hace sentir, cuando “vuelas con tu imaginación” cada vez que lo escuchas, cuando sientes que tu piel se electrifica al oír los primeros acordes de una canción. Y en ese instante, sabes que seguirás a ese grupo el resto de tu vida.

Hay grupos que han entendido el concepto, y han conseguido crear una marca sólida que va más allá de la banda en sí.

Unos de los pioneros fueron KISS. El nombre de la mítica banda es sencillo, fácil de recordar. Si os fijáis en su logo, las eses (SS) aparecen como rayos cayendo del cielo y ya sabemos que el rayo es el símbolo de la energía. Sencillamente genial.

Su imagen es otra de sus grandes bazas. Crearon cuatro personajes: The Demon (Simons-Bajo y voz), The Starchild (Stanley-Guitarra y voz), The Catman (Eric Singer-Batería) y The Spaceman o Space Ace (Tommy Thayer-Guitarra líder).

Además KISS son soñadores, capaces de concretar esos sueños en acciones. Sitúan a sus fans (clientes) como si fueran sus jefes, en el centro del negocio. Todo gira en torno a éstos y se mima hasta el último detalle para que vivan una experiencia especial cada vez que acuden a un concierto o compran algún producto de merchandising.

Generan miles de ingresos con comics, películas, discos, muñecos, camisetas, etc. Incluso existe un crucero con su nombre (KISS KRUISE), en el que el grupo interactúa con sus fans ofreciéndoles un par de conciertos y haciéndose fotos con ellos.

Todos esos productos poseen la característica de que conectan directamente con lo que el fan espera de la banda.

Este grupo estadounidense, nació en 1973 y a fecha de hoy siguen en activo dándolo todo. La gente paga por ir a ver a KISS con todos sus trucos. El fan es el jefe que paga por ver al Demonio escupiendo fuego o a Starchild volando sobre sus cabezas.

KISS ha logrado generar con sus fans una relación de amor y lealtad. Los que somos fans de la banda, la amamos: amamos todo lo que hacen, y ese idilio es para siempre.

Una marca, un producto que consiga establecer esos estrechos lazos con sus clientes, sabe que tiene mucho ganado. Aunque- al igual que hace KISS- es algo que no se consigue sin más, sino que debe trabajarse día a día, innovando, buscando nuevos canales a través de los cuales llegar a sus fans, mimándolos, haciéndolos que se sientan especiales.

Ya lo dije al principio: tenemos que ser capaces de enamorar a nuestros clientes, de hacerles sentir… Porque sin amor, no somos nada.

Si queréis averiguar algo más acerca de este u otro tema, os invito a que contactéis conmigo a través de mi página web www.marianlopez.es.

Os espero muy pronto en un próximo post. Hasta entonces, no olvidéis ser felices.

 

 

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Lo recuerdo como si fuera ayer… 19 de abril de 2013, Bilbao. ¿Mis expectativas?: “cero patatero”, pero iba invitada y ahí me planté. Fue mi primera vez frente a Rammstein.

Para los que no los conozcáis se trata de una banda alemana de metal industrial. Lo que vi en aquel escenario, me impactó. Till Lindemann (cantante), apareció con su metro noventa enfundado en un abrigo de peluche rosa. A partir de ahí, luces por doquier, números de pirotecnia,  y el teclista (Christian Lorenz) caminando sobre una cinta embutido en un bodysuit plateado.

Cuando terminó el show sólo podía dedicarme a aplaudir con todas mis fuerzas ante aquello que me había removido por completo.

Rammstein es una banda ya consagrada en la escena musical. Para mí eran un grupo de frikis, con un cantante que no sabe cantar, pero arrolladores sobre las tablas.

Desde ese momento, supe que yo quería causar el mismo impacto en mis clientes… ¿Y quién no?.

Muchas veces  en el entorno laboral, pecamos de ser “políticamente correctos/as” y dejamos atrás nuestra esencia, lo que nos hace diferentes. Nos empeñamos una y otra vez en ponernos capas y no salirnos del guión.

¿Por qué no ser frikis?. ¿Por qué no ser irreverentes?. ¿Por qué no “impactar”?. ¿Tanto miedo nos da salir de nuestra “zona de confort”?.

Pero ¡ojo!… No nos dejemos engañar. Detrás de todo ese show, hay un trabajo exhaustivo para que todo salga “como toca”. Detrás de ese “pack” con el que Rammstein me dejó totalmente loca, hay muchas horas de ensayo, mucho sudor, mucho esfuerzo y mucha constancia, porque de lo contrario, nada habría funcionado.

¿Sabíais que el cantante estudió pirotecnia para poder hacer él mismo sus propios números?. Aquí no se deja nada al azar, aunque lo parezca. Todo está medido milimétricamente para que  el espectáculo resulte una experiencia inolvidable, como si fuera tu primera vez.

La combinación perfecta: impactar con un producto sólido y contundente que cumpla tus expectativas.

Además en esa ecuación hay que añadir otro elemento fundamental: la sorpresa.

Ya os he comentado que mis expectativas antes de acudir al concierto de Rammstein eran cero. Como banda no me interesaban demasiado, y ni siquiera me molesté en visualizar algunos de sus shows anteriores.

Y es que inconscientemente, podemos desear mucho más la experiencia impredecible sobre aquella experiencia que conscientemente creemos que deseamos.

Nuestro cerebro encuentra mucho más gratificante aquellos estímulos impredecibles que los que son predecibles.

Cuando se consigue provocar una sorpresa en un cliente, uno de los efectos que causa es un aumento de la atención por parte de éste. En el momento de la sorpresa, el cerebro se focaliza en aquello que ha provocado dicha sorpresa.

Cada uno de nosotros tenemos una normalidad distinta y únicamente aquello que la altera,  que rompe nuestro patrón diario, será aquello que producirá en nosotros una respuesta de estas características. Todo aquello que nuestro cerebro considera que no es normal, será susceptible de provocarnos una sorpresa.

La sorpresa rompe nuestros patrones esperados y eso es lo que hace de ella un instrumento sumamente eficaz en marketing.

Se trata de despertar en nuestros clientes su curiosidad, en que cada vez que cuenten con nosotros sea “su primera vez”.

Conseguirlo no resulta fácil, porque la sorpresa es una emoción efímera, que desaparece con facilidad. Nuestro cerebro nunca deja de buscar estímulos. Por eso hay que trabajar duro para que nuestro producto, o nosotros mismos, seamos el mayor estímulo de nuestros clientes.

Termino con unas frases de Rammstein pertenecientes a su tema Ich will (“Yo quiero”) que reflejan lo que espero conseguir de mis clientes:

Yo quiero vuestra fantasía
yo quiero vuestra energía
yo quiero ver vuestras manos
sucumbir a los aplausos 

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No me considero una persona mayor, pero soy consciente de que los cuarenta y tantos años que llevo por aquí, han dado mucho de sí.

A veces me sorprendo cuando dando clase, empiezo a contar «chascarrillos» y pienso… pero ¿de verdad han pasado tantas cosas en tan poco tiempo?. La respuesta es SÍ, un sí rotundo.

Aún recuerdo cuando a mi hermana (que estudiaba Administración), le trajeron el primer ordenador a casa. El paso de la máquina de escribir a ese nuevo aparato fue brutal.

¿Cuántos de vosotros/as sois capaces de memorizar más de cuatro números de teléfono?. Antes no quedaba otro remedio, porque ni siquiera existía el teléfono móvil.

Sin embargo, en poco menos de treinta años, hemos pasado de sorprendernos cada vez que salía un «aparatejo» nuevo al mercado, a no darle importancia al hecho de llevar un ordenador-teléfono portátil en un bolsillo.

Nuestro cerebro no viene preparado «de serie» para aceptar tantos cambios en tan poco tiempo. Recordemos que tenemos un cerebro primitivo, preparado para reaccionar en cualquier momento ante una amenaza.

Esto ha hecho que en parte, todos esos avances tecnológicos sean mirados, incluso hoy en día, con cierto recelo.

Pero debemos aceptarlo, vivimos en un entorno donde nuestra identidad personal, se funde con nuestra identidad digital. Y eso tiene una repercusión brutal en la forma en que nos relacionamos con nuestro entorno.

Las empresas lo saben bien y tratan por todos los medios de «no perder el tren» para seguir prosperando. Si de verdad quieren llegar a sus clientes, y fidelizarlos de tal manera que se conviertan en «fans», en el mundo digital encontrarán la manera de conseguirlo.

Hace no mucho leí un artículo en un periódico que hablaba de cómo el grupo musical Metallica había cambiado su estrategia de marketing para resultar aún más cercanos a sus miles de fans.

El lanzamiento de un disco, las giras, se viven de manera diferente, porque la experiencia de comprarse un disco o de asistir a un concierto, automáticamente se vuelca en redes sociales desde el «minuto cero». Basta con subir una foto a Instagram en la que enseñas el CD, o el momento en el que entras al recinto donde se dará el concierto del brazo de tu mejor amigo/a.

Una estrategia digital bien diseñada puede «disparar» el número de clientes-fans. Porque Metallica, más allá de ser considerada una de las mejores bandas de metal de la historia, es en sí misma una MARCA. De hecho hay muchos productos que se venden bajo ese nombre: camisetas, tazas, gadgets, etc.

Por tanto… si vivimos en un entorno digital, ¿por qué no aprovecharnos de las circunstancias para llegar a un mayor número de personas?. Y ya no se trata sólo de llegar, sino de «acercarse» a ellas.

No olvidemos que somos seres sociales, necesitamos relacionarnos y el mundo digital nos brinda esa posibilidad.

Las empresas necesitan la digitalización, no sólo para acelerar sus procesos, sino para lograr llegar a sus «clientes-fans» de una manera más acorde con los tiempos actuales. Eso sí, sin olvidar nunca el contacto «cara a cara» siempre que ello sea posible.

Se sabe que la estrategia es la correcta, cuando ves la reacción de las otras personas al escuchar lo que intentas decir. La comunicación no verbal, el lenguaje corporal, es una vara de medir el impacto de nuestro mensaje que nunca falla. Porque al final, los gestos nos delatan.

Esta semana acabaré con una frase del escritor Jacinto Benavente: «Cuando no se piensa lo que se dice es cuando se dice lo que se piensa«. Y vosotros… ¿qué pensáis?.

Volveré en breve con un nuevo post, pero hasta entonces por favor, no olvidéis ser felices 🙂

 

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Comisiones cajeros

2015-12-28, Marian López


Los bancos tienen hasta el 1 de enero de 2016 para adaptarse a la nueva norma que regula las comisiones. Así queda el nuevo mapa de comisiones en cajeros.

En plena vorágine consumista, los usuarios de cajeros se exponen a pagar un plus por sacar dinero de un banco diferente al suyo. Estas nuevas comisiones, han empezado a aplicarse ya por algunas entidades que han decidido adelantar su puesta en marcha aprovechando estas fiestas.

Antes de entrar a analizar cómo será el nuevo mapa de comisiones en cajeros, debemos tener en cuenta una serie de puntos:

En primer lugar, debéis saber que es vuestro banco el que decide. Cuando saquéis dinero en un banco diferente al habitual ocurrirá la siguiente:

  1. El banco del que saquéis dinero le cobrará una comisión a vuestro banco.
  2. Vuestro banco asumirá el coste de esa comisión o bien os la hará pagar a vosotros (entera o parte).
  3. Vuestro banco no os podrá cargar una comisión más alta de la que a ellos les ha cobrado el otro banco.

En segundo lugar, vuestro contrato cambiará. En el contrato que firmáis al recibir una tarjeta, figuran las comisiones por sacar dinero en los cajeros. En caso de que esa comisión cambiase, el banco está obligado a informaros como mínimo, con dos meses de antelación.

No podrán subiros las comisiones hasta que no os informen sobre ello y pasen como mínimo dos meses desde el aviso.

Si vuestro banco no os avisase y empezara a cobraros una comisión superior a la que pagabais hasta ahora, debéis reclamar para que os devuelvan el importe.

¿Cómo podéis hacer dicha reclamación?. Para reclamar que os devuelvan el importe cobrado de más, podéis hacerlo por escrito ante el Defensor del Cliente del propio banco.

Si pasan dos meses y no os contestan o no estáis de acuerdo con la contestación recibida, podéis reclamar ante el Banco de España.

Sin embargo, sí podrán bajaros las comisiones de manera inmediata en caso de que os estén cobrando más de lo que vuestro banco paga al dueño del cajero.

Una vez aclarados estos puntos, podemos entrar de lleno a ver cómo quedará el nuevo mapa de comisiones en cajeros.

El pasado 2 de octubre se aprobó un Real Decreto Ley por el que se impide el cobro de un doble recargo por sacar dinero en efectivo de un cajero.

Antes de la entrada en vigor de dicho decreto ley, nos encontrábamos con que a veces teníamos que pagar dos comisiones: una por usar el cajero y otra llamada tasa de intercambio, que es la que se cobran los bancos entre sí.

A partir de ahora, será el propietario del cajero el que podrá cobrar al emisor de la tarjeta, quien decidirá si repercute esa comisión. Es decir, al propietario de la tarjeta no le repercute directamente el cobro de la comisión, sino que ésta repercute sobre la entidad que decidirá lo que hacer.

El nuevo mapa de comisiones en cajeros, se estructura en base a tres grandes acuerdos entre las distintas entidades.

Primer grupo: Banco Popular, Bankinter, Cajamar, Laboral Kutxa, Caja Rural y Deutsche Bank.

No han hecho pública aún la cifra exacta que cobrarán, pero podría estar en torno a los 0,65 euros en lo que califican como «condiciones ventajosas» para sus clientes a la hora de sacar dinero en el conjunto de sus cajeros.

Por su parte, Bankinter ha suscrito acuerdos bilaterales con el resto de entidades que componen este primer grupo, para no cobrarle nada a sus clientes por sacar dinero siempre que lo hagan en cualquiera de los cajeros de dichas entidades.

Segundo grupo: Banco Sabadell, Bankia y Red Euro 6000.

Estas entidades han llegado a un acuerdo por el que aplicarán una comisión de 0,65 euros. Los clientes de estos bancos y de la Red Euro 6000 podrán sacar dinero en efectivo en cualquiera de sus cajeros con esa comisión máxima de 0,65 euros.

Entre los tres, suponen un 37% del total de cajeros en nuestro país.

Banco Sabadell ha indicado que asumirá la comisión a sus clientes. Por tanto, si eres cliente del Banco Sabadell y utilizas cualquiera de los cajeros integrados en este grupo, no pagarás ninguna comisión.

En la Red Euro 6000 están integradas: Kutxabank, Ibercaja, Grupo Liberbank, BMN, Abanca, Unicaja, Caja España-Duero, Caja Sur, Caixa Ontinyent, Colonya Caixa Pollença y CecaBank. Los clientes que utilicen cualquiera de sus cajeros para sacar dinero, pagarán una comisión de 0,45 euros.

Aún está por decidir qué comisión cobrarán a los usuarios ajenos a estas entidades que utilicen sus cajeros.

Tercer grupo: Banco Santander, BBVA y CaixaBank.

 Los tres grandes bancos son los que más cajeros tienen. Han decidido no agruparse y comunicar por separado que cobrarán entre 1,5 y 2 euros a los no clientes. Sus comisiones a no clientes son las más elevadas.

¿Cuál es nuestra recomendación?.

Desde www.garciaslopezasesores.es, recomendamos que cuando vayáis a sacar dinero a un cajero, lo hagáis desde el cajero de vuestro banco. Así os evitaréis pagar comisión alguna.

Si no tenéis más remedio que utilizar un cajero ajeno, con este mapa os podéis hacer una idea de lo que os cobrarán.

Recordad que la nueva normativa se aprobó exclusivamente para evitar la doble comisión en la retirada de efectivo en cajeros automáticos. Por tanto, a partir de ahora sólo os pueden cobrar una única comisión por sacar dinero en efectivo en cajeros ajenos a los de vuestro banco habitual.

Ante cualquier duda, ya sabéis que podéis consultar nuestra página web www.garciaslopezasesores.es, estaremos encantados de atenderos.

Como siempre, la semana que viene volveremos con nuevos contenidos. Os deseamos un Feliz Año Nuevo. Ojalá vuestros deseos puedan verse cumplidos.

 

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Semáforo de riesgo

2015-07-27, Marian López


La CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores) propuso en el mes de septiembre del año pasado, clasificar el riesgo de los productos financieros de inversión por colores.

El objetivo de esta clasificación era que los clientes pudieran identificar a simple vista, qué productos eran más seguros» y cuáles no. Los colores identificadores de este riesgo eran cinco (de menor a mayor riesgo): verde oscuro, verde claro, amarillo, naranja y rojo. Quedarían excluidos de dicha clasificación los depósitos simples y los fondos de inversión.

La idea es buena. Se trata de un instrumento más para ayudar a los «sufridos» clientes de los bancos en la identificación de los productos que contratan.

Entrecomillo la palabra «sufridos» porque yo siempre he distinguido tres tipos de clientes:

  • Aquellos con una cultura financiera a veces incluso superior a la del propio asesor de la entidad. Éstos tienen claro dónde invertir y asumen el riesgo de sus inversiones a cambio de obtener mayor rentabilidad.
  • El cliente con cultura financiera media. Tiene cierto conocimiento sobre algunos productos. En su mayoría conocen los depósitos y algo acerca de fondos o acciones, pero de manera bastante superficial. Con un «poco de persuasión«, el asesor del banco puede «colocarle» algún producto en campaña con un riesgo mayor al que realmente están dispuestos a asumir.
  • El cliente sin cultura financiera o con un conocimiento bastante escaso sobre productos financieros. Es «carne de cañón» para venderle todo lo que esté en campaña, se adapte o no a sus necesidades.

En este caso, la clasificación por colores de productos financieros ayudaría especialmente al segundo y tercer grupo de clientes. Sería una herramienta útil para que pudieran comprobar a simple vista, el riesgo del producto en el que tienen invertido su dinero.

El Ministerio de Economía en mayo del presente año, decidió ampliar a todos los productos financieros sin excepción este sistema de clasificación del riesgo basado en el semáforo y propuesto por la CNMV con el fin de evitar errores y malas prácticas en la comercialización al cliente particular.

Mientras la CNMV había presentado un código de cinco colores, imitando la imagen de la etiqueta de eficiencia energética de los electrodomésticos, Economía los aumenta a ocho: desde el gris, que indica el menor riesgo, al rojo, que alerta del mayor. Además incluía en la clasificación los depósitos, fondos, productos de seguros de vida ahorro y planes de pensiones.

Economía sometió a consulta pública el pasado 16 de junio este proyecto de orden ministerial relativo a las obligaciones de información y clasificación de productos financieros con el que se pretende proteger al cliente minorista. La idea es que esta norma entre en vigor después del verano.

De momento (mientras no esté en vigor el proyecto del Ministerio de Economía), como he explicado al principio, los productos financieros se clasifican en cinco niveles de riesgo:

Riesgo CNMV

Los productos de clase A (verde oscuro) son instrumentos financieros en euros, con compromiso de devolución del capital en un plazo igual o inferior a tres años. El emisor dispone de un rating como mínimo igual al de España. Por ejemplo un bono del Tesoro a dos años.

Los de clase B (verde claro) tiene un plazo de vencimiento entre tres y diez años y un rating mínimo de inversión (al menos BBB). También pertenecen a esta clase los instrumentos de inversión que no sean en euros. Por ejemplo un bono a tres años que garantice el 100% del nominal, pero con divisa distinta al euro.

En el ecuador de la escala, están los productos de clase C (amarillo). Son instrumentos financieros con compromiso de devolución del capital con plazo superior a 10 años y un ratio mínimo de inversión. También se incluyen los de compromiso de devolución del capital igual o superior al 90%, en un plazo igual o inferior a tres años. Igualmente se incluyen los instrumentos financieros con compromiso de devolución del capital en divisa (distinta al euro) con plazo superior a tres años. Por ejemplo, un bono a 15 años.

Los de clase D (naranja) son todos los demás productos como las acciones.

Por último, los de clase C (rojo) son derivados, cuyo valor depende de la evolución de precios que sufra otro activo («activo subyacente»). El activo subyacente pueden ser acciones, un valor de renta fija, índices de bolsa (como el Ibex 35), etc. Conllevan un riesgo muy elevado ya que tu dinero se «apuesta» a lo que haga un determinado activo. En caso de que ese activo incremente su valor un X%, tu puedes obtener una buena rentabilidad, pero si cae por debajo de un porcentaje determinado, puedes llegar a perder gran parte de tu dinero (la pérdida es ilimitada).

Si alguno de vosotros tiene dinero invertido, ya habrá recibido un extracto con este sistema de semáforo advirtiéndoles del peligro que corre su inversión dependiendo del producto contratado. No corre la misma suerte un cliente con un depósito (en el peor de los casos el Fondo de Garantía de Depósitos le garantizaría hasta 100.000 euros), que un cliente que tenga acciones (el valor de las mismas fluctúa. Se puede llegar a ganar dinero, pero también perderlo todo).

La propuesta pendiente por parte del Ministerio de Economía, ampliaría este semáforo a ocho colores y además, aparecerían unos candados que advertirán sobre la liquidez de los productos (el porcentaje de capital garantizado y cuándo se devolverá).

Os adjunto un cuadro para que lo veáis con mayor claridad:

Clasificacion productos

Siguiendo esta nueva clasificación propuesta por el Ministerio de Economía, los productos de la Clase 1 (color gris), serán los más seguros. En este grupo se incluyen: depósitos en euros, seguros de vida sin riesgo de inversión y determinados Planes de Pensiones (los garantizados) y PIAS (Planes Individuales de Ahorro).

En la Clase 2 (verde oscuro) estarían los instrumentos financieros en euros con el 100% del capital garantizado y con plazo igual o inferior a tres años. Si el plazo es superior a esos tres años, pero igual o inferior a cinco, entraríamos en la Clase 3 (verde más claro).

La Clase 4 (verde pálido), recogería instrumentos financieros con plazos entre 5 y 10 años. A partir de ese vencimiento, nos iríamos a la Clase 5 (amarillo). También se incluirían aquí productos que no garanticen el 100% del capital, pero sí al menos un 90%. Estarían en este grupo los fondos, planes, seguros de vida y PIAS donde se asuma riesgo siempre que garanticen al menos un 90% y no inviertan en derivados.

En la Clase 6 (amarillo anaranjado), se incluyen los productos de clase 5 que no cumplan los requisitos. Las «opciones» entrarían dentro de la Clase 7 (naranja) y por último en la Clase 8 (rojo) el resto.

Una «opción financiera» es un instrumento financiero derivado que se establece en un contrato que da a su comprador el derecho (no la obligación), a comprar o vender bienes o valores (el activo subyacente, que pueden ser acciones, bonos, índices) a un precio predeterminado, hasta una fecha concreta (vencimiento).  

¡NOTICIA DE ÚLTIMA HORA!. Esta misma mañana del lunes 27 de julio, la prensa nos sorprendía con el anuncio de una SEGUNDA REFORMA del borrador. El Ministro de Economía Luis de Guindos, vuelve a modificar el sistema de clasificación de instrumentos financieros e identificación de productos complejos lanzado el pasado año por la CNMV.

Este último borrador aparecerá acompañado de un extenso preámbulo que defenderá su licitud frente al reglamento europeo y defenderá las competencias de Economía para llevar a cabo esta regulación.

Además con esta nueva reforma, se recorta el número de colores pasando de ocho a siete (se elimina el color gris) y reduce su dureza respecto a los productos derivados. El texto ya ha sido enviado al Consejo de Estado con el objetivo de firmarse antes de las elecciones generales.

Así es que ya sabéis, cuando veáis «colorines» en vuestra información del banco… ¡no los ignoréis!. Os están indicando el nivel de riesgo de vuestros productos y las posibilidades de recuperar vuestro dinero.

Pese a que este sistema intente clarificar las cosas, estoy convencida de que aún os quedarán dudas por resolver. Para ello debéis contar con el asesoramiento de un experto. Ya sabéis que en www.garciaslopezasesores.es nos dedicamos a ello.

Os deseo una feliz semana.